El sábado amaneció nublado, pero para nosotros no había nubes. Ni el cielo cayendo ni habernos visto obligados a utilizar piragua para llegar hubiera impedido que acudiéramos a nuestra cita con uno de los maestros indiscutibles de la literatura española del siglo XX y del presente siglo XXI con más de 80 obras escritas en su dilatada carrera, un escritor prolífico como pocos, Alberto Vazquez Figueroa.
Tuvimos el privilegio y el placer de ser convocados por ediciones B a un desayuno en su refugio madrileño. El maestro nos recibió en su despacho, en el alma de su creación; un maravilloso lugar repleto de recuerdos gráficos, de sus obras en castellano y en todas aquellas lenguas a las que han sido traducidas, repleto de objetos maravillosos y con unas envidiables vistas.
Alberto nos recibió como se recibe a los buenos amigos y nos introdujo, casi de inmediato, en un discurso que estábamos más que dispuestos a escuchar…
A propósito de su última novela escrita “HAMBRE”, que no la ultima que piensa escribir el autor; tal como nos explicaron él mismo y Carmen Romero, su editora, desmintiendo así la noticia aparecida en varios medios; todos esperábamos una exposición del contenido de la misma. Pero este encuentro encerraba mucho más y es importante que intentemos ser fieles al mensaje que con esta obra se quiere transmitir…
Imaginad que vuestros recursos son tan limitados que vivís en una casa en la que no tenéis ni agua ni electricidad, suponed que vuestros vecinos, con más recursos, piensan en ayudaros para evitar que muráis de inanición y visualizad, por último que uno de ellos, con su mejor intención os ofrece un kilo de arroz y otro un kilo de maíz, un kilo de trigo y un kilo de lentejas. Obviamente, agradeceréis su buena voluntad, pero una vez desaparezcan los vecinos y cerrada la puerta de vuestras casas pensareis… ¿Qué hago yo con toda esta comida que no puedo digerir cruda y que no tengo medios para cocinar?. La mayoría de las veces la tiran porque no pueden ni comerla tal cual ni cocinarla y les roban la mitad.
Esto mismo es lo que llevamos décadas haciendo para justificar que intentamos paliar el hambre en muchas zonas del planeta, para tranquilizar nuestras conciencias de primer mundo, sin ser conscientes de que en el desierto no hay agua y no hay fuego.
La inquietud del autor y su faceta de inventor le llevó en un Insight ocurrido bajo el abrasador sol de Sevilla a la siguiente conclusión (en palabras del propio autor):
“El “Sahel” carece de combustibles, pero la radiación directa anual supera los 2.000 kWh/m2 y la temperatura sobre superficies oscuras pueden alcanzar los 150º, por lo que una plancha metálica negra expuesta al sol absorbe tanto calor que en poco tiempo vuelve comestibles la mayor parte de los alimentos.
Camellos, cabras, burros y lagartos lamen las rocas antes del amanecer puesto que la enorme diferencia de temperatura entre el día y la noche - en ocasiones de más de treinta grados- las han cubierto de un rocío que les ayuda a calmar la sed.
Resulta lógico aceptar que uniendo todos esos elementos- granos tostados antes de ser molidos, metal negro y agua de rocío - se consigue reducir de forma sustancial, el hambre en los países del “Sahel”.
Se debe proporcionar a las familias bandejas de metal negro y brillante, con un reborde de no más de dos dedos de ancho.
Y ese reborde debe contar con un único agujero.
Por el día como plancha de cocina que aprovecha la energía solar y dándole la vuelta como horno.
Por las noches actuará como recogedor de rocío.
Colocando la bandeja con una diferencia de inclinación de unos quince centímetros, con su único agujero en la parte inferior y bajo él un recipiente, se consigue que a partir de la medianoche la escarcha comience a depositarse sobre el metal que se está enfriando, las gotas de agua resbalen y acaben en el recipiente evitando de ese modo que se evaporen con la llegada del calor.”
Este es el resumen de lo que el autor quiere transmitir, de lo que nos contó en más de dos horas de charla y de lo que desea que se transmita, que transmitamos todos aquellos que le escuchamos y le leemos. Es necesario que estas planchas se fabriquen y se distribuyan y que todos los organismos tanto públicos como privados se sientan implicados en esta tarea, es necesario que esta idea llegue a los oídos adecuados. Es una solución factible que complementaría y rentabilizaría la distribución masiva de alimentos y que, sin duda, ayudaría a paliar los problemas que se dan en aquella zona y que son tanto el hambre como los efectos derivados del mismo, la desnutrición y alta tasa de mortalidad infantil y la inmigración masiva de los activos de estos países, que sin niños y sin jóvenes, se verían irremediablemente abocados a desaparecer.
Fueron más de dos horas en las que el autor nos deleitó con sus conocimientos, salpicando su exposición con anécdotas personales y salpicando todas sus palabras con el carácter jovial y cercano que desprende.
Finalizado su relato, que nos mantuvo prendidos a sus palabras sin remedio, llegó el momento de la firma de los ejemplares que todos llevamos para la ocasión. Para cada uno de nosotros elaboró una dedicatoria especial y única, prestándose durante este momento y a lo largo de toda la mañana, a ser retratado por, sin exagerar, las cientos de fotos que realizamos para inmortalizar tan fantástico encuentro.
Nos recibió como un magnifico anfitrión y nos trató como a amigos antiguos; fue una experiencia única que recordáremos siempre literaria y personalmente, fue otra de las maravillosas oportunidades que nos ofrece el club de lectura, la de conocer y escuchar de primera mano a los autores que conocemos habitualmente a través del papel.
Gracias a Ediciones B por organizar el evento y nuestra más sincera gratitud a Alberto Vázquez Figueroa por brindarnos lo más valioso que existe… el tiempo.
A continuación os dejamos el enlace al artículo completo que nos facilitó el autor, así como los enlaces de las crónicas de nuestros compañeros de encuentro. Nuevo Best Seller Español y Todo Literatura.
Algunas frases de Alberto Vázquez.Figueroa:
<<Hay que hacer algo por esta gente, ayudarlos en su lugar. Lo primero que hay que hacer es alimentar al niño desde que nace>>
<<La gente tiene tanta hambre que pierde la necesidad de comer>>
<<El gofio ¡una solución!, con ello matábamos el hambre de pequeño, pero hay que darlos algo para que no lo coman en frío y es tan simple…>>
<<Me encanta perder el tiempo pensando en jilipolleces, lo que he hecho es unir cosas con lógica y saber que se necesita para aplicar las cosas a la lógica>>
<<Se puede hacer mucho por muy poco>>
<<A través de las redes se puede implicar a mucha gente, olvidando a los políticos>>
<<Es tan simple que no se le ha ocurrido a nadie, pero no se puede culpar por ello tampoco a nadie, se me tenia que ocurrir a mi, porque me crié en el desierto y soy Canario>>
Gema Martin, Pepa Muñoz, Alicia de La Torre, Mari Muñoz
ALGUNAS FOTOGRAFÍAS DEL ENCUENTRO