Jaume Carreras nació el 6 de febrero de 1970 en Badalona. Estudió Sociología y Música, completando los estudios de música de cine en UCLA, Los Angeles.
Empezó sus andanzas con 17 años, tocando en un grupo de rock sinfónico. Esto fue el principio de su constante relación con el mundo del arte. Empezó realizando la banda de efectos de sonido para series de televisión. Más tarde se atrevió a componer la música para un cortometraje de los hermanos Lagares, dando así inicio a una fructífera relación que culminaría, en el año 2000, con el Goya al mejor corto de animación por LOS GIRASOLES. Entretanto Jaume había ya empezado a colaborar en la mítica revista Seqüències de Cinema, con artículos de profundidad y críticas de bandas sonoras. Más tarde haría lo mismo con la literatura para la revista Lateral, el Diari de Gracia y otras publicaciones especializadas en teatro. . Paralelamente empezó a dar clases en la Universidad Pompeu Fabra y a dar conferencias en otras Universidades de España. En 1999 se publicaSTANLEY KUBRIK: UNA ODISEA CREATIVA de Christian Aguilera, en la que Jaume Carreras colabora con un ensayo sobre la música en las películas del director. En esa época trabajó también como creativo publicitario, guionista radiofónico, o gestor cultural en proyectos para el CCCB. También de esa época son sus primeras obras de teatro, como dramaturgo y director. O la composición de música de obras de teatro como L’inspector, Dinner for One o documentales y programas de televisión como Cervantes y la leyenda del Quijote, Franco el centinela de Occidente o El Laberint. Más recientemente escribió y dirigió algunos programas de televisión para TV3, y spots publicitarios. Ajda y la nostalgia es su primera novela. Mientras, tiene ya preparados un libro de relatos y un ensayo lírico sobre música y arte. Ahora escribe laque será su segunda novela.
EL LIBRO
Ajda es una joven que sobrevive en el Raval de Barcelona trabajando en un locutorio. También es lo que queda de una niña kurda que, tras la inexplicable masacre de su pueblo y la muerte fatal de sus padres, vivió un exilio obligado transformado en odisea. Como Ulises, siente la nostalgia de su patria, el lugar donde quiere volver.
Ajda es una joven que sobrevive en el Raval de Barcelona trabajando en un locutorio. También es lo que queda de una niña kurda que, tras la inexplicable masacre de su pueblo y la muerte fatal de sus padres, vivió un exilio obligado transformado en odisea. Como Ulises, siente la nostalgia de su patria, el lugar donde quiere volver.
Pero su patria queda muy lejos en el espacio y en el tiempo, y el viaje será arduo y arriesgado. Se trata de Uruk, la antigua ciudad de Mesopotamia, cuna de Gilgamesh y de la civilización, verdadero hogar al que todo extranjero anhela regresar.
El autor de “Ajda y la nostalgia”, Jaume Carreras, es un raro humanista en el siglo XXI. Ya sea como compositor, sociólogo, ensayista, director y autor teatral, publicista o docente. Ahora recibe el bautizo de las letras con esta ambiciosa novela. Nos guía como Homero en este viaje de ida y vuelta en la búsqueda de las respuestas universales. Para hacerlo explora cada recodo de nuestra historia y nuestros mitos, nuestras miserias y por tanto, nuestra humanidad. Sus personajes enfrentarán al lector mediante dilemas filosóficos, y en las respuestas que obtendrá están las preguntas que nos hacemos cada día frente a las esperpénticas imágenes del televisor.
Una novela contemporánea que puede leerse hoy, ayer y con total seguridad, seguirá leyéndose mañana.
Una novela contemporánea que puede leerse hoy, ayer y con total seguridad, seguirá leyéndose mañana.
¿DÓNDE COMPRARLO?
BARCELONA (provincia)
- Happy Books – La Formiga d’or. Portal de l’Angel, 5.Barcelona
- Llibreria Catalonia. Ronda Sant Pere, 3. Barcelona
MADRID
- Librería Internacional. Narváez, 7. Madrid
- Librería Taranco. Marques de Corbera. Madrid
MALAGA
- Librerías Proteo Prometeo.Buenaventura, 3 Malaga.
En febrero del 2010 Sinn Fein, la izquierda abertzale y el Partido de la Sociedad Democrática de Kurdistán de Turquía debatían en Venecia las posibles salidas a los conflictos nacionalistas de sus países. Mientras Irlanda lo consiguió y España está en ello, la aviación turca e iraní sigue bombardeando los refugios de los grupos armados en el Kurdistán de Irak (causando la huida de cientos de familias de sus aldeas), y en Siria es asesinado otro líder kurdo.
El pueblo más grande del mundo sin Estado propio, esparcido entre Turquía, Irán, Irak y Siria, sobrevive no sólo a una limpieza étnica sistemática debido a su ubicación estratégica y sus inmensos recursos petrolíferos e hídricos -codiciados por los gobiernos nacionales, regionales y los colonialistas-, sino también a sus líderes, unos, reaccionarios y corruptos que se venden al mejor postor, otros que desde su incompetencia, o de ambición por ser “cabeza de ratón”, le envían a batallas suicidas a cambio de nada.
En Irak, los caudillos kurdos fueron cómplices necesarios de la invasión de EEUU al país, por una autonomía que puede ser desmantelada una vez que las tropas de Obama se recojan. Los árabes sufrieron el salvaje bloqueo económico, que causó la muerte de millón y medio de personas, y también constantes bombardeos de los agresores durante doce años (desde la Guerra del Golfo Pérsico del 1991 hasta la invasión del 2003), mientras los kurdos miraban para otro lado, disfrutando del pequeño paraíso que estaban construyendo.
Bahman Ghobadi, el director kurdo-iraní del cine, justificó este hecho en su película “Las tortugas también vuelan” (2004), revertiendo el título de una fábula persa, cuya moraleja ignoró: de cómo se estrella el reptil que quiso irse de su inhóspito hábitat a un prado, volando con ayuda de dos patos y un palo. Sólo tenía que sujetarse a él con la boca bien cerrada, pero la abrió y se cayó. Las tortugas no vuelan y los pueblos atrapados en un medio hostil, deben buscar fórmulas viables y también honestas para sobrevivir en su realidad.
Bernard Lewis propone aplicar “Un pueblo, un Estado” al Oriente Medio, balcanizandopaíses donde conviven decenas de pueblos desde hace miles de años, a sabiendas de que en esta estratégica región, la creación de nuevos estados depende más del capricho y de los intereses de las potencias que de los procesos internos de la concienciación de las propias naciones. Un Gran Kurdistán es un sueño como la paz, la democracia y el federalismo.
En su novela “Ajda y la nostalgia” Jaume Carreras narra el drama de una niña kurda afincada en Barcelona, que al igual que varios millones de sus compatriotas ha tendio que emprender un viaje arriesgado en busca de solidaridad para un pueblo olvidado que ansioso espera una conferencia internacional de paz.