En el año 45 a.C., la república de Roma se hallaba inmersa en una guerra
civil, que habría de tener su desenlace en tierras de Córdoba, hasta
donde acudió Julio César para enfrentarse a los hijos de Pompeyo el Grande.
La batalla de Munda fue el escenario donde se puso punto final a
la larga disputa que venían manteniendo las dos facciones, aquella que
representaba al Senado (Pompeyo), y la apoyada por las clases más
populares (César).El relato de esta crucial batalla ya ha sido contado, pero tras él se ocultan otras historias que afectaron a quienes tan sólo deseaban vivir sus vidas de un modo pacífico, alejados de las intrigas de la metrópolis. Poco esperaban que la guerra llegase hasta sus tierras, obligándoles a involucrarse en unos hechos que hoy son historia.
La ubicación de la antigua ciudad de Munda es aún a día de hoy fruto de controversias, pero son muchos los historiadores que la sitúan en las proximidades de la actual Montilla, en los llanos de Vanda, igualmente próxima a Nueva Carteya, la localidad cordobesa donde nací. Es esta proximidad la que me hizo interesarme por este episodio histórico, que he empleado a modo de marco para la creación de mi novela, en la que relato las peripecias de una familia que vive en estas tierras de forma apacible, hasta que el peso de la historia llama a sus puertas.
Os invito a conocer a Numerio Fabio y su familia, y acompañarles a través de las páginas donde habrán de luchar por mantenerse unidos pese a los peligros que los amenazan.
"El tercer final" fue distinguida con el Primer accésit en el Premio NQP de Novela 2012, organizado por Galeonbooks.
La novela está disponible en formato EPUB en la web de la editorial Galeonbooks, a un precio de 1,99 €.
El autor
Escritor es quien escribe, eso resulta evidente. La palabra en sí misma no implica que se haga mejor o peor, o que uno se gane la vida con ello, simplemente indica que alguien pone por escrito las historias que le vienen a la cabeza; al menos ese es mi caso.
Creo que no fui precoz en este sentido, pues tenía veintisiete años cuando tuve la ocurrencia de sentarme delante de un teclado para dejar que las ideas que acudían a mi mente brotasen a través de mis dedos, pero lo cierto es que desde entonces no he permitido que la necesidad de escribir me abandone.
En un principio fueron pequeños relatos, probaturas podría decirse, pero no tardé en comprender que era la novela la que me permitiría desarrollar de un mejor modo las historias que deseaba contar.
Escribo aquello que me gustaría poder leer en libros de otros autores, y que a veces hecho en falta. Tal vez sean relatos que el mundo no necesita, pero se debe comenzar por el lector más próximo: uno mismo. El mundo me queda un poco grande.
La probabilidad de que un escrito llegue a una gran cantidad de lectores es remota, por lo que no tendría sentido tenerlo como objetivo prioritario durante su concepción, salvo en el caso de autores consagrados, quizás más focalizados hacia su público.
Considero que el primer escollo que toda obra debe superar es la mirada crítica de su propio creador. A partir de ahí, el camino de la obra es incierto, y está sujeto a los caprichosos designios del destino.
Escritor es quien escribe, eso resulta evidente. La palabra en sí misma no implica que se haga mejor o peor, o que uno se gane la vida con ello, simplemente indica que alguien pone por escrito las historias que le vienen a la cabeza; al menos ese es mi caso.
Creo que no fui precoz en este sentido, pues tenía veintisiete años cuando tuve la ocurrencia de sentarme delante de un teclado para dejar que las ideas que acudían a mi mente brotasen a través de mis dedos, pero lo cierto es que desde entonces no he permitido que la necesidad de escribir me abandone.
En un principio fueron pequeños relatos, probaturas podría decirse, pero no tardé en comprender que era la novela la que me permitiría desarrollar de un mejor modo las historias que deseaba contar.
Escribo aquello que me gustaría poder leer en libros de otros autores, y que a veces hecho en falta. Tal vez sean relatos que el mundo no necesita, pero se debe comenzar por el lector más próximo: uno mismo. El mundo me queda un poco grande.
La probabilidad de que un escrito llegue a una gran cantidad de lectores es remota, por lo que no tendría sentido tenerlo como objetivo prioritario durante su concepción, salvo en el caso de autores consagrados, quizás más focalizados hacia su público.
Considero que el primer escollo que toda obra debe superar es la mirada crítica de su propio creador. A partir de ahí, el camino de la obra es incierto, y está sujeto a los caprichosos designios del destino.
Book trailer de la novela