Elizabeth Haran, la aclamada autora de El río de la fortuna, ha logrado cautivar a más de un millón de lectores en Alemania con sus inolvidables historias ambientadas en el continente rojo.
Ahora la reina del landscape australiano vuelve con una de sus novelas que más semanas ha permanecido en la lista de más vendidos de Der Spiegel.
Australia, 1845. En ruta a la isla Canguro, un barco se va a pique tras chocar contra un arrecife durante una horrible tormenta.
Solo dos jóvenes mujeres sobreviven: Amelia Divine y Sarah Jones.
Pero Amelia sufre una lesión en la cabeza y pierde la memoria. Ni siquiera puede recordar su nombre.
Sarah, por su parte, descubre la oportunidad de cambiar su destino y escapar de un futuro sombrío.
Sin embargo, esta decisión cambiará para siempre la vida de ambas mujeres...
ELIZABETH HARAN
Elizabeth Haran nació en 1954 en Zimbabwe y emigró a Australia siendo una niña.
Pronto el continente rojo obró su hechizo sobre ella, convirtiéndola en una de sus mejores embajadoras con sus novelas de amor y aventuras ambientadas en la Australia del siglo XIX y comienzos del XX.
En Alemania, sus doce novelas publicadas han vendido un millón de medio de ejempla- res y han permanecido durante semanas en las listas de más vendidos de Der Spiegel. Fruto de ese éxito, han sido publicadas en ocho idiomas. El río de la fortuna es su primera novela traducida al castellano.
UN LIBRO DE ... EDICIONES B
Fragmento..
Perdió la noción del tiempo. Cuando volvió a abrir
los ojos, percibió una luz extraña y comprendió que
estaba rompiendo el alba. Se hallaba aferrada a un
gran afloramiento rocoso cubierto de percebes. Le
sangraban los dedos, los brazos, las rodillas y los
tobillos, y temblaba con tal violencia que le casta-
ñeteaban los dientes. Vio la orilla a cierta distancia.
Era en gran parte un acantilado de rocas, pero más
allá se veía un pequeño tramo de arena. Procuró en-
focar la mirada. Algo se movía en la arena. Siguió
mirando. Al fin, fascinada y asustada a la vez, advirtió que era una colonia de leones marinos. Recordó de pronto que le habían dicho que el mar que
rodeaba la isla estaba infestado de tiburones. Se
estremeció de temor e intentó sacar las piernas del
agua, pero no era posible. Levantó la vista hacia el
acantilado donde se alzaba el faro, cuya luz todavía
parpadeaba. ¿La podría ver el farero? ¿Sabría que el
Gazelle se había ido a pique frente a la costa? Amelia
se preguntó si la marea estaría subiendo o bajando.
Recordó que, cuando estaba oscuro, apenas tenía la
cabeza fuera del agua, mientras que ahora las olas le
lamían los pies. Dedujo, pues, que la marea estaba
baja, lo cual le daba un poco de tiempo para pensar
cómo ponerse a salvo.
Se volvió hacia el mar y sofocó un grito. No había ni rastro de la parte central y la popa del Gazelle; en cambio, a poca distancia, vio flotando en la super- ficie algunos trozos de madera, un cojín, un zapato, incluso una maleta: morbosos recordatorios de todas las vidas que se habían perdido.
—Oh, Dios. ¿Soy la única superviviente? —gritó.
Se volvió hacia el mar y sofocó un grito. No había ni rastro de la parte central y la popa del Gazelle; en cambio, a poca distancia, vio flotando en la super- ficie algunos trozos de madera, un cojín, un zapato, incluso una maleta: morbosos recordatorios de todas las vidas que se habían perdido.
—Oh, Dios. ¿Soy la única superviviente? —gritó.
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Por el argumento no pinta nada mal. ;-)
ResponderEliminarEdiciones B siempre convence con estas historias. Tiene muy buen pinta.
ResponderEliminarBesos
Ese final de la sinopsis le da un puntillo de interés que tienta bastante
ResponderEliminarInteresante la historia de estas dos supervivientes.
ResponderEliminarBesitos
Pinta estupendo! Me apetece mucho!
ResponderEliminarBesos