sábado, 30 de junio de 2012

EL PINTOR DE MUJERES SIN ROSTRO de Enrique Becerra

EL LIBRO
 Rodrigo ejerce de trabajador social en una residencia de ancianos y se dedica a la pintura en sus ratos libres, ejecutando una y otra vez unos misteriosos lienzos de mujeres sin rostro. La repentina irrupción de una mujer real en su vida alterará esa monotonía en la que se había instalado: una nueva existencia con sus dudas, sus ilusiones y sus zozobras, pero que también hará aflorar recuerdos depositados en su memoria desde hacía muchos años. Porque hay algo que Rodrigo nunca ha sabido ver, a pesar de que siempre lo tuvo delante de sus narices. De esta forma, El pintor de mujeres sin rostro se convierte —a pesar de las circunstancias vitales de su protagonista, o precisamente por eso— en una novela apasionada y vitalista, que nos revela la magia y el misterio que siempre esconde la vida, por muy común y monótona que pudiera parecer a simple vista.

EL AUTOR
 El autor, con tres libros publicados de temática gastronómica, hizo algunas reflexiones sobre esta su segunda novela (la primera la abandonó), en la que los personajes cobran todo el protagonismo frente al autor. Por ello ha escogido escenario, personajes y trama para que todo sea creíble. 
Enrique Becerra vive de su negocio y por ello no puede dedicarle demasiado tiempo a la literatura.
Su novela se desarrolla en dos escenarios: una actual residencia de ancianos, y 40 años atrás, en la infancia del protagonista, hijo de madre soltera. Los personajes van cobrando vida y se desarrollan con dos lenguajes diferentes. Reconoce que a veces se encontró en “sequía narrativa”, dificultad que hace humilde al escritor. De hecho tuvo pánico al escribir y llegó a sentir odio por los personajes, obsesionándose con ellos. Subraya que no se puede ser un buen escritor sin ser un buen lector. Dejando la imaginación libre, las ideas, las personas y las frases vienen a la mente.
Aunque admite que en su libro todo está marcado por el destino, somos capaces de ir a favor o en contra de él. El protagonista, sevillano, nació en la calle Sol, en el barrio de San Román, lugar fronterizo de clases sociales, en un antiguo corralón. El autor ha procurado plasmar un lenguaje asequible a personas que no viven en Sevilla, si bien hay algunos términos autóctonos. Cada personaje ha de ser creíble, tener su propio lenguaje y de eso se aprende mucho en la barra de la hostelería. La novela transcurre en los ambientes de las tabernas sevillanas.

La portada de “El pintor de mujeres sin rostro” es una fotografía de la Bodeguita Morales. En ella existe una foto de Catherine Deneuve en el establecimiento, con ocasión de una visita a Sevilla hace 30 años. Becerra recordó que hay muchas novelas ambientadas en Sevilla.
Por último, Enrique Becerra expresó su intención de escribir una novela relacionada con los años 70 y la transición española en Sevilla, pues tiene muchas vivencias y recuerdos de aquella época.

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