El 12 de enero del 2006 empezó el espectáculo. El traje de bombero me salvó, pero me quedé ciego y con la cara destrozada después de salir disparado en un escape de gas en Santa Coloma de Gramenet, Barcelona. A partir de aquí, mi vida dio un giro de 360 grados. Y no para mal, sino para bien.
Desde entonces he viajado a París con la ONCE, he conducido un kart, he continuado siendo el entrenador del equipo de futbol de los bomberos de la Generalitat de Barcelona, y hasta he metido un penalti sin ver tres en un burro.
Mi experiencia es un ejemplo más de cómo con risas y mucho amor se puede salir adelante cuando el mundo se pone a girar del revés. Todas estas experiencias, mi paso por el cuerpo de los bomberos y las reacciones de mi entorno, incluso de los genios que me han reconstruido la cara, las recojo en este relato de los 4 años posteriores a mi renacer.
Prólogo del libro “69 Tornillos y Ciego. ¿Ahora qué?”
“Las primeras palabras de este libro aún
las tengo en mi libreta. Si me acerco mucho, puedo leer algo de aquellas
enormes letras que escribí en abril del 2006. Llevaba casi tres meses
en el hospital, sedado y ciego, y sentí la necesidad de fijar en un
papel el infierno que había vivido en el coma.
Durante prácticamente un mes, malviví en
las ascuas del infierno. Allí todo es oscuridad, temor, miedo,
confusión, desesperación, estremecimiento, malos pensamientos, locura,
dolor, lágrimas, gritos, rabia, furia, debilidad, impotencia, negrura,
vacío, pestilencia, amargura, llanto, pesadillas, incoherencias, ruidos,
horror, odio. No hay colores, ni risas, ni flores, ni aromas. En las
tinieblas aprendí el poder de los contrarios y las paradojas de la vida:
si hay un infierno es porque existe un cielo donde hay justo lo
contrario. Por eso, una vez que has visto lo peor, tienes la mayor de
las oportunidades que te brinda la vida: la de convertir tu infierno en
tu cielo.
Cuando desperté del coma abrí la puerta
del abismo y me encontré desnudo. Todo lo que conocía, sentía y había
aprendido, se había esfumado. De repente, alguien o algo se había
entrometido en mi vida, cogiéndome por la espalda y elevándome muy alto,
hasta perder de vista las sendas de mi vida. Y ese alguien inesperado
me colocó lejos, muy lejos, en un tablero desconocido y nuevo para mí,
donde ni siquiera sabía por dónde empezar.
Siempre he pensado que el presente es la
consecuencia de las decisiones que has tomado en tu pasado. Alguna vez,
todos nos hemos preguntado cómo seríamos ahora si nos hubiéramos casado
con aquella chica y no con ésta, si nos hubiéramos ido a vivir a otra
ciudad o si hubiéramos cogido el trabajo aquel que nos propusieron…
Simplificando mucho, pienso que en la vida podemos tomar dos tipos de
decisiones: las correctas y las erróneas, de las cuales nosotros mismos
somos los responsables directos. Sin embargo, en mi caso no tuve opción y
el 12 de enero del 2006 me usurparon el derecho de decidir mal por mí
mismo, equivocarme y hacerme daño. Y hasta que uno no lo vive, es
difícil imaginar la frustración e impotencia que se siente cuando te
arrebatan así de repente y sin avisar, una parte tan importante de tu
vida.
Al despertar de una situación límite
tienes dos opciones: reír o llorar. Los primeros días no puedes evitar
el llanto que te produce ver todo lo que has perdido, así como la rabia
de sentirte atrapado y no poder hacer nada. Pero a medida que pasa el
tiempo, te das cuenta de que si no apuestas por volver a reír, crecer y
amar, languidecerás y morirás en vida. En mi caso, al salir del coma no
tuve dudas y aposté por el camino difícil. El camino lleno de obstáculos
por superar, el de no rendirme, el de aceptar que hay cosas que no
podré volver a hacer y el de afrontar una nueva vida sin nada de lo que
tenía antes. Mi mundo se puso a girar al revés y tuve que frenarlo para
no marearme.
Tras el accidente tuve que reinventarme.
De pronto, un alma, que no sabía lo grande que era ni dónde la tenía,
empezó a susurrarme, a hablar conmigo, a guiarme, acariciarme y a
quererme. Dentro de mí, noté como surgieron sitios y rincones que nunca
antes había percibido y que me daban muchas fuerzas para seguir
adelante, así como un amor repentino y desmesurado hacia la propia vida.
Por primera vez, noté que mi destino a partir de entonces solo
dependería de mí y comprendí que mi voluntad de decidir sería más
importante que en mi anterior vida. En mi opinión, en vidas normales
como la que tuve antes del accidente, hay cosas que vienen solas y tú a
veces solo tienes que limitarte a tomar decisiones flojas y ligeras, que
como he dicho hace unas líneas, pueden ser acertadas o no. En mi nueva
situación sin embargo, me di cuenta de que mi voluntad y mi decisión
eran vitales para trazar mi futuro y buscar de nuevo la belleza, el amor
y la alegría en un mundo oscuro que desconocía.
Cuando mi madre me trajo una libreta al
hospital, cogí un rotulador negro y me puse a escribir. Además de querer
explicar lo que había sufrido en el coma, pensé que escribiendo me
desfogaría y podría reflexionar tranquilamente sobre mi situación. ¡Pero
vaya sensación más incómoda! Probé de escribir en horizontal, vertical,
mayúsculas, con bolígrafo… Y todo el rato me salía lo mismo: unas cinco
líneas por folio que no veía y encima, ninguna recta.
Al salir del hospital, cuando ya me había
cansado de anotar mis pensamientos a ciegas, mi amigo Manel Parada me
animó para que continuara narrando mi experiencia y así, algún día poder
publicarla en un libro. Quizás me lo dijo para mantenerme entretenido… O
para hacerme recordar buenos momentos… Lo cierto es que no tenía nada
mejor que hacer. Así que le hice caso y en vez de coger otra libreta, me
compré una grabadora para poder explicar detalladamente mi historia.
Desde entonces, me he estado grabando para después poder contar y
recordar en este libro lo que he vivido y sentido durante todos estos
años.
Al escuchar la primera cinta que registré
me doy cuenta de que todavía no era consciente de la magnitud de lo
ocurrido. Pensaba que en un par de meses podría leer los garabatos que
había intentado escribir en mi libreta azul, que volvería a trabajar de
bombero, a conducir mi taxi, a jugar a fútbol con mi hijo y mis amigos…
En definitiva, creía que recuperaría mi vida normal. Pero pronto me di
cuenta de mi nueva situación: me había vuelto un bebé ciego, pero con la
ventaja de haber visto antes y dispuesto a volver a aprender a reír, a
comer, a hablar, a caminar en la oscuridad…
En este libro os hablaré del Rafa
espabilado, bombero, taxista, futbolista ynegociante que era antes de la
explosión y de cómo tras el accidente, he visto crecer a un personaje
distinto que a veces me cuesta creer. Ahora soy un nuevo Rafa, cargado
de amor y con más ganas que nunca de aprovechar esta nueva oportunidad
que me ha brindado la vida.
Con el accidente, empecé a formar parte
de un grupo de personas a las que les han ocurrido cosas fuertes,
excepcionales, dolorosas y difíciles de soportar. Muchas veces me han
dicho que gente como yo somos héroes por saber iluminar de nuevo
nuestras vidas. Pero ante estos halagos, siempre digo que en situaciones
como la mía es cuando paradójicamente tenemos más oportunidades de
sacar más provecho de lo normal, ya que después de haberlo pasado tan
mal, cualquier problema se hace más pequeño. Para mí, los héroes son las
personas que están la UCI debatiéndose entre la vida y la muerte, con
su mente contra su propio cuerpo. Cuando estos hombres y mujeres
consiguen derrotar al infierno y salir del coma, pasan de ser héroes a
recién nacidos. Y entonces es ahí cuando los héroes son los médicos que
te curan y todos aquellos que, en mi caso, han logrado que vuelva a
tener un aspecto formal, hable, coma, mastique, vea sombras, me ría,
gesticule y en definitiva, vuelva a sentirme feliz.
Nuestra sociedad está llena de personas o
‘héroes’ que algún día salieron de una situación parecida a la mía pero
que por diferentes motivos no han podido explicar sus vivencias como
yo. Siempre he pensado que para escribir un libro se necesita tener una
historia que contar y mucho tiempo libre. En mi caso, después de todo lo
que me ha pasado y con todo el tiempo que tengo al estar jubilado en el
cuerpo de bomberos, he tenido muchos meses relatar mi historia. Y se la
he contado a Ana Belén Callado, que es periodista y se ha dedicado
durante más de un año a conocer mi historia. Ella ha recogido todas mis
cintas y los textos que escribí y los ha plasmado en el papel, ordenando
todas mis ideas y entrevistando además a mis amigos, familiares y
profesionales que aparecen en momentos importantes de este libro, para
poder mostrar la otra cara de la moneda y ver también como ellos han
vivido mi situación.
Con este libro, mi intención es
transmitir mi mensaje optimista de la forma más clara posible. Quiero
contar lo sencillo que es levantarse cuando la vida te lo quita todo
menos tu mente y tu corazón, que son más fuertes que cualquier bomba o
suceso. Después de lo que he vivido, tengo la sensación de que todo es
posible y sé que ante cualquier situación, se puede luchar para
encontrar el lado positivo y disfrutar del momento.
Estoy seguro de que si mi yo anterior al
coma me viera, no me reconocería. Hoy por suerte o desgracia soy más
grande, más sabio y conozco más cosas de mí y de todos los que me
rodean. Ojalá con este libro logre levantar a alguien que esté sentado
en casa, triste, malhumorado y cabreado con la vida por haberlo dejado
desnudo. Solo con esto, me consideraré la persona más feliz del mundo”.
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me gustaria leerlo,a veces un pequeño impedimento nos detiene y tenemos que ver que otras personas con una vida mas dificil,superan barreras mas grandes.
ResponderEliminarMe encanta este libro, me lo apunto para la feria.
ResponderEliminarGracias por la información!!