¡¡NOVEDAD EDITORIAL!!
«Mientras leía estos Diarios, estaba tan cautivada que me sorprendí soñando y hablando con Sofia, en un intento desesperado de llegar a ella y ofrecerle unas palabras de consuelo para su dolor.» Doris Lessing
«Otra vez el diario, qué triste tener que retomar los viejos hábitos, abandonados cuando me casé. Solía escribir cuando me sentía mal; supongo que ahora lo hago por idéntico motivo.» Así reinicia sus DiariosSofia Andréievna a las pocas semanas de su boda con Lev N. Tolstói. Éste, que a los diecinueve años había heredado la hacienda de Yásnaia Poliana y se había convertido en propietario de 4000 hectáreas y de 330 siervos, había llevado hasta entonces una vida aristocrática de disipación y aventura: había jugado, bebido, frecuentado los burdeles moscovitas y hasta tenido un hijo natural con una sierva; había combatido en la guerra de Crimea y tenía ya fama como escritor. Ahora, con treinta y cuatro años, creía llegada la hora de fundar una familia. Un amigo le diría unos años más tarde a Sofia que era «la mujer ideal de un escritor», es decir, una «niñera del talento». Pero entregarse a esta tarea exigía una lealtad y un sacrificio a veces cercanos a la autoanulación.
Esta selección de los Diarios de una mujer extraordinaria, resentida, celosa, pero siempre tenaz e insobornable en su amor, cubre lo más relevante de su vida conyugal hasta los días finales de la muerte de Tolstói y el triunfo de la Revolución soviética.
SOFIA ANDRÉIEVNA BEHRS
Sofia Andréievna Behrs (Sofia Tolstaia de casada) nació en Pokróvskoe, en el distrito de los Urales, en 1844, hija de un médico de la corte del zar. En 1862 se casó con Lev N. Tolstói, dieciséis años mayor que ella, con el que llegó a tener trece hijos, de los cuales sobrevivirían ocho. Sofia, que ya llevaba un diario de soltera, retomó al casarse la costumbre de escribirlo y con él nos ha legado un documento excepcional de su vida con una de las mayores figuras de las letras rusas.
Fue la suya una vida total y sinceramente volcada en su marido, en la obra de éste y en sus hijos, pero también recorrida por tensas fricciones y desengaños. En los años finales, Tolstói depositó su confianza en uno de sus discípulos, Vladímir Chertkov, que le impulsó a abandonar a su esposa. Moriría, de hecho, separado de ella, en una estación de tren. Sofia, pese a las maniobras de Chertkov, heredó los derechos de autor de su marido, y su prestigio como «viuda del genio» no fue alterado ni por el triunfo de la Revolución soviética. Además de sus Diarios, escribió también unas memorias con el título de Mi vida, y fue una gran aficionada al nuevo arte de la fotografía. Murió en Yásnaia Poliana en 1919.
UN LIBRO DE..
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